Título: [De la Bastilla a Moncada, programa de Luis López Alvarez]
Año: [1967]
Duración: 26 min., 15 s.
Fondo sonoro: Radio París. André Camp
Resumen: 2 programas dedicadas a la Revolución Cubana y sus relaciones con la Revolución Francesa y Francia, como país símbolo de libertad, para toda América Latina
Esta grabación presenta la equiparación de dos símbolos. Por un lado, la Revolución Francesa de 1789, uno de los elementos identitarios de Francia y punto de arranque de la Edad Contemporánea en Europa. Y por otro, la Revolución Cubana de 1959, que se convirtió en uno de los grandes mitos de la izquierda europea durante los años 60 y 70. Dos fenómenos revolucionarios que se presentan como fruto de una línea histórica y políticamente evolutiva. La Revolución Francesa de 1789 fue el gran modelo de revolución liberal o burguesa (porque la burguesía era la clase social que protagonizó el movimiento). Este ciclo revolucionario decimonónico había comenzado con la Guerra de la Independencia de EEUU a fines del XVIII y duró hasta 1848. De forma lenta y progresiva, el liberalismo se impuso en Europa.
La Revolución Cubana sucedió en un contexto muy distinto, la segunda mitad del siglo XX, en mitad de la polarización del mundo en dos bloques, el proceso de descolonización de Asia y África y el Movimiento de Países No Alineados (que buscaban independencia frente a las dos superpotencias, EEUU y la URSS). Lo que sucedió en América Latina durante aquella época (zona tradicional de influencia norteamericana) se puede resumir en tres fenómenos: el fenómeno Populista, las Revoluciones, y la experiencia de Chile.
El de Cuba fue el primer movimiento revolucionario exitoso. Surgió frente al régimen dictatorial de Fulgencio Batista, que tenía una fuerte dependencia político-económica con EEUU. Contra esa situación se creó un grupo revolucionario, dirigido por Fidel Castro y Ernesto Guevara, que en 1953 empezó a luchar. Era minoritario, muy heterogéneo. Se incorporaron comunistas pero no todos lo eran. Poco a poco, viviendo en la jungla como guerrilleros, fueron obteniendo respaldo campesino y el apoyo de grupos comunistas urbanos. Sintiéndose fuertes, en enero de 1959 entraron en La Habana y expulsaron a Batista.
La política de EEUU de oposición frontal fue muy poco inteligente en este aspecto, cuando los dirigentes de la revolución expresaron que sólo deseaban ser independientes, sin decantarse por ninguna superpotencia. La invasión frustrada de Bahía de Cochinos fue la excusa para que Cuba estrechase lazos con la URSS. La Revolución Cubana fue un modelo en los 60 para muchos intelectuales y universitarios que se habían visto decepcionados por los Partidos Comunistas clásicos y lo vieron como una alternativa al tratarse de un movimiento popular y la convirtieron en un mito.
Pero también fue importante para otros grupos guerrilleros en América Latina, donde aparecieron diversas experiencias guerrilleras promovidas desde la propia Cuba. Ernesto Guevara consideraba que había que crear muchos focos revolucionarios para llevar a cabo la transformación profunda y que desaparecieran todas las desigualdades: el Foquismo. De hecho, él mismo murió en uno de esos intentos, en Bolivia. La iniciativa cubana se salía de las directrices Soviéticas, porque la URSS admitía que América Latina era zona de influencia directa de EEUU y no mostró excesivo interés en Cuba, temiendo que EEUU pudiera hacer otro tanto en sus áreas de dominio. De modo que, en cierta medida, Cuba fue autónoma, favoreciendo las guerrillas. Pero no tenía potencial para ello, muchas veces los guerrilleros recibían formación en Cuba, algo más barato, aunque bastante efectivo.
Pero el modelo cubano no se repitió, la mayoría de movimientos guerrilleros no pudieron transformarse en revolución popular, fundamentalmente, por dos motivos. En primer lugar, el Movimiento Cubano consiguió apoyo en las ciudades de los comunistas que allí había. También empleó ideas nacionalistas, y otras de igualdad,... que calaban fácilmente en el campesinado. Sin embargo, las nuevas guerrillas eran directamente Marxista–Leninistas, o Maoístas, doctrinas extrañas a los campesinos, y de ahí su falta de apoyo, de respaldo popular. Y en segundo lugar, Cuba pilló por sorpresa a EE.UU. y a su dictador títere Fulgencio Batista, pero tras aquella experiencia ya sabía cómo actuar: se armó a los ejércitos oficiales y se les adiestró en la lucha contra la guerrilla, lo que en buena parte explica su fracaso.
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